Cine

La Oveja Negra

Si A´pa, No A´pa, con un respeto que encubría la rabia contenida, así contestaba Silvano (Pedro Infante) a su padre Cruz Treviño Martínez de la Garza (Fernando Soler) en la espléndida película mexicana La Oveja Negra dirigida por Ismael Rodríguez en 1949.

Un padre biológico o no, es, junto con la madre, el ser gracias al cuál, crecemos, aprendemos, nos adaptamos a la vida. El solo concepto de padre nos remite a esa figura simbólica que parece tener poder absoluto sobre nuestros actos debido a la autoridad moral de que está revestido.

Dios-Padre, Padre-Dios, puede aparecer en la vida de los hombres con diversas máscaras que abarcan desde el amor incondicional, capaz de cualquier sacrificio, hasta la frialdad enajenante, capaz de cualquier crueldad. En medio de estas antípodas el registro digamos que es inconmensurable.

En La Oveja Negra, que suscita en un contexto rural desaparecido, el conflicto padre e hijo a la mexicana, nos parecería hoy en día absurdo e inverosímil si no estuviera  tan bien desarrollado dramáticamente por el genial Ismael Rodríguez.

La película nos presenta un padre abusivo, irresponsable e inconsciente, cuya autoridad absoluta le es conferida por un conservadurismo moral a ultranza y por el machismo socialmente permitido que lo avala.

La sumisión y la entrega de Vivianita, la esposa, (Dalia Iñiguez ¡excelente!) es desesperante, a la altura de una Santa. No puede hacer otra cosa, es su rol.

Silvano, el hijo bondadoso, acepta las humillaciones del padre, intenta dignificarlo por todos los medios, aunque en el fondo sabe que es una causa perdida. Lo vaticina la que fuera nana del padre “Nunca dejarás de ser la oveja negra de la familia”. Por cierto  es ella (Amelia Whilelmy) quien disuelve la tensión en las escenas más dramáticas con su comicidad simple y sencillamente extraordinaria. También mediando tonos, conciliando, aligerando la gravedad de las situaciones, encontramos a Laureano (Andrés Soler) otro monstruo de la actuación. Pero sin las brillantes interpretaciones de Pedro Infante y Fernando Soler la película no hubiese alcanzado el grado de obra maestra.

Es fácil crear la empatía con Silvano, ese hijo amoroso y obediente, que es capaz de aceptar las mayores ofensas del padre, más difícil es hacerlo con el padre, Cruz, borracho megalómano capaz de ofender hasta la ignominia a los seres que más lo quieren. Y sin embargo el carisma con que dota Don Fernando Soler a su personaje va más allá de la pantalla logrando conmover a los espectadores. La película salta cualquier límite maniqueo al finalizar con ese personaje atormentado hasta el suicidio por sus contradicciones y defectos — “Soy el diablo Vivianita, Soy el diablo”. Tan vigente es su problemática que me enteré que es material de estudio terapéutico para analizar dinámicas familiares de co-dependencia.

Por Amparo Payín Cejudo. Dedicado a mi norteña familia (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

 

La Oveja Negra (1949)

Dir. Ismael Rodríguez

Guión: Rogelio A. González, Ismael Rodríguez

Producciones Rodriguez Hermanos

Género: Drama

Duración: 104 min.

 

Imagen: Daylimotion/Filmaffinity México

 

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