De Padres a padres, ¡qué padres!

Unos movidos por el corazón, otros por la razón; cada padre actúa, vibra y ama, a su manera. En esta ocasión dos historias con un mar de distancia, tanto por el género como por el lector meta.  Padres  e hijos enlazados en estas historias que muestran a la paternidad humana en su subjetividad más sublime, actuando siempre… por amor.

El primero. Un viaje por carretera con el hombre más entrañable de la vida, el que con su ejemplo enseña a imaginar, a transformar el mundo. Un viaje en moto, por una carretera de sueños y misterios, de maravillas astrales, de poesía de lo cotidiano.  Un libro pensado para niños, pero que leído en la profundidad, nos conecta con el origen mismo de quienes somos, de quienes aspiramos ser, de reencontrarnos con el padre y con nosotros mismos.

Un viaje por los recuerdos para encontrar en ellos las raíces y asirse a ellas, para construir los sueños futuros, para descubrir que en los silencios más íntimos está la más profunda compasión y amor. Los osos hibernan soñando que son lagartijas y los padres y los hijos reinventándose, creyendo que la historia se escribe por primera vez en el eterno ancestral y cósmico. En esta poética historia, Juan Carlos Quezadas, a través del Fondo de Cultura Económica, nos mueve las fibras más sensibles de nuestra conexión con el padre.

El segundo. Mi padre  me decía de pequeña: “no hagas cosas buenas que parezcan malas, ni…”, pero a veces los padres de tanto pensar en lo mejor para sus hijos se convencen con espejitos o espejismos. Este padre de una familia “acomodada” se ve irremediablemente apantallado con otro que tiene las cualidades que él cree no tener, ¡qué maravilla que se encontró con el encantador impostor!, ¡qué fácil es tapar el sol con un dedo y dejar el mundo en las sombras!

Un padre moral, un padre postizo, el mejor esposo, el mejor hijo, el mejor yerno. Es el padre quien decide abrirle las puertas de su casa y entregarle el fruto de su amor, aunque sin saberlo entrega no sólo a su hija, sino a su mujer, su riqueza, su vida. ¡Quien culpe al padre que lance la primera piedra!, ¿quién no haría por amor el mayor de los sacrificios?, aunque su convencimiento sea vano, aunque su propia imagen quede dañada. Un acto que parece racional para sí mismo, una obra que nos sumerge en el conflicto eterno de las mejores decisiones y las falsas esperanzas, en medio de dinámicas secuencias humorísticas que van del dulce simplón al crítico agridulce. El Tartufo de Moliere, presenta al padre, sus preocupaciones y la culminación de sus decisiones ciegas, de su confianza plena, de su amor eterno y profundo.

El padre es la fuerza, pero también las debilidades más sublimes, el amor más ciego, el ideal menos alcanzado y más pleno.