A ochenta años de la invasión
Los humanos, una raza que garantiza destrucción, adaptación, una mirada siempre hacia el “progreso”, los grandes logros de muchas manos y pocos rostros. Eso es lo que nos ha caracterizado a lo largo del tiempo, aunque, a pesar del fatalismo, nuestra condición de seres sociales tiene dos caras, pues nuestro actuar colectivo ha permitido el desarrollo de cambios, de tendencias y… de hechos muy peculiares como este aniversario de una de las joyas de la ciencia ficción.
Herbert George Wells, escritor londinense, es considerado uno de los padres de la Ciencia Ficción. También fue inspiración para uno de los detonadores de histeria colectiva más grandes de todos los tiempos. El 30 de octubre de 1938 se transmitió, por CBS radio, la adaptación de su novela La guerra de los mundos, que desencadenó una reacción impensada e incontrolable en la víspera de Halloween.
Pero, ¿por qué los humanos, a pesar de su instinto de dominio “supremo” (irónicamente autodestructivo), perdemos la razón cuando reaccionamos colectivamente? Y es que la transmisión de este programa, presentado en formato de noticiero por Orson Welles, fue tan convincente que las personas asumieron que a nuestro planeta había llegado una comitiva de marcianos que lo único que querían era ejercer su dominio galáctico y así perdurar su raza. La transmisión comenzó con la noticia de que se habían observado explosiones en la superficie marciana y luego el aterrizaje de un cilindro espacial en las inmediaciones de Nueva Jersey.
Para entonces, quienes no habían escuchado la advertencia inicial de que se trataba de una dramatización, posiblemente estaban saliendo despavoridos de sus hogares u oficinas hacia los lugares públicos a propagar la noticia, gritos, imploraciones, rezos, caos, que se generalizó rápidamente en Nueva York y las ciudades aledañas.
Esta transmisión no fue fortuita, fue un capítulo más de adaptaciones de novelas, que la radiodifusora había acordado con el Teatro Mercury y con Orson Welles, quien ya había adquirido fama como narrador. Sin embargo, tragó saliva, cuando luego de estos eventos, las personas afectadas exigían su detención por los daños que la histeria había ocasionado en su imagen pública, pues miles salieron a las calles con pañuelos blancos en la mano, para salvar su vida o pedir paz a los marcianos.
A ochenta años de esta transmisión, los humanos seguimos siendo una especie digna de las ficciones más futuristas, en las que se retrate nuestro ilustrísimo pensamiento científico, pero también nuestra irracional naturaleza. H. G. Wells, es conocido por su crítico pesimismo, hasta cierto punto hilarante, en el que se retrata el poder y la debilidad humana y se pone de manifiesto su orientación socialista y su formación científica. Algunas de las obras más conocidas de este autor y que se han convertido en clásicos, son: “La máquina del tiempo” (1895), “La isla del doctor Moreau” (1896) y en “El hombre invisible” (1897). En sus obras finales deja entrever un carácter más formal, como la cúspide del conocimiento científico y los escenarios que su prolífera mente alcanzó a construir en “La conspiración abierta” (1922), “El destino del homo sapiens” (1939) y “La mente a la orilla del abismo” (1945).
Por eso esta efeméride literaria es al mismo tiempo un motivo de reflexión y de acción, de un cambio en la colectividad que regularmente se reúne para causar caos y destrucción; para que en vez de eso, se puedan desencadenar acciones positivas, conscientes no histéricas; porque el futuro ya nos alcanzó y la idea de poblar otros mundos o encontrarnos con expresiones de inteligencia más avanzada o con tecnologías para realizar esta búsqueda, están cada vez más lejos de la ficción, como lo está la destrucción de nuestros espacios naturales y la búsqueda de poder a toda costa… esta es una invitación a leer ciencia ficción y abrir una ventana a lo que somos.
Imagen: Casa del Libro (2018)
La Guerra de los mundos
Editorial de Bolsillo