Gaumont y la historia del cine
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León Gaumont fue un inventor francés que sentó las bases del cine. Su historia y la del cine se cuenta en esta muestra museográfica, que estará presente en el Festival Internacional de Cine de Morelia, en el mes de octubre.
Como suele suceder, las personas que no formamos parte del masivo monstruo interconector del siglo XXI, llamado Facebook, nos enteramos al último y un viernes 28 de junio, en la tele, en una repetición del programa De Todo, me enteré: “Gaumont, desde que existe el cine”, estaba exponiéndose en la Cineteca Nacional y se acababa el 30 de junio. Cosa que me pareció todavía más inverosímil, puesto que hace pocas semanas había ido a la cineteca y pasé de largo frente a una exposición maravillosa. Y es que allá, muy en el fondo, sin mayor parafernalia, nuestra máxima casa de cine expuso, desde el 10 de abril, un auténtico recuento histórico del cine y la humanidad moderna. Así que tomé la invitación televisiva como una orden, me armé de amigos entrañables y el domingo a media mañana ya estábamos en la entrada de la exposición recibiendo los boletos, que ese día, por ser el último fueron gratis.
León Gaumont fue empresario e inventor francés, pionero en la creación de cámaras fotográficas y de video. Si la cuna del cine es Francia, Gaumont fue el padre de la gran industria que tenemos hoy en día, pues gracias a sus innovaciones, pudimos pasar del cinematógrafo de los hermanos Lumiére y otros inventos menos afortunados como el biógrafo de G. Demeny, al cronófono, que dejaba atrás las secuencias de imágenes breves y en intervalos de tiempo, a una cámara de mayor capacidad y que además captaba el sonido a la par, es decir la concepción del video como lo conocemos hoy en día.
En el intervalo de tiempo que va de 1893 a 1906, León Gaumont desarrolló su visión empresarial y llevó estas innovaciones tecnológicas y científicas al campo de las artes y el entretenimiento. Pues resulta que él, al ser de una familia humilde, pero con la fortuna del estudio, entra a trabajar a los talleres ópticos y fotográficos de Charles Carpentier, que fuera su mentor y quien más adelante le abriría las puertas para independizarse. Gaumont compra algunas patentes en este campo, entre ellas la de Demeny, y finca su negocio en un terreno que era de su padre, al que llamó “La ciudad elegida”, donde nacieron los primeros estudios de grabación equipados, escenarios y escenografistas, bodegas de utilería y vestuarios.
Lo primero que miré al cruzar la pesada puerta de sala de cine de la expo, es una pared gris llena de objetos misceláneos, de algunas de las producciones más emblemáticas de Gaumont a través del tiempo. Luego, al fondo, como testigo de las expresiones de los visitantes está el retrato del francés y de una mujer con aires de grandeza: Alice Guy, quien fue otra piedra angular en el proceso de la cinematografía hasta nuestros días. Ella es la madre de las ficciones, pues produjo la primera de ellas, El hada de los repollos en 1896, así como los largometrajes. Tiene en su haber alrededor de mil 100 películas, la mayoría de ellas bajo algún prestanombres masculino, otra huella silenciosa del talento femenino en la construcción histórica.
En la primera parte del recorrido, la vida de Gaumont nos enseña que la pasión es la fe que mueve las cosas.
Pronto él, Guy y los inversionistas, crean un emporio cinematográfico que le da al público producciones con argumentos complejos y acordes a las necesidades de la época. En 1899 se abrieron las puertas de Gaumont Palace, una sugerente construcción de épocas anteriores, cuando fuera hipódromo, adaptado a un formato de teatro-cine, con una capacidad de mil 500 personas y cuatro pisos. El boom fueron los musicales de más de tres horas, para los que eran necesarios tres intermedios. Esta construcción fue demolida en 1972.
Luego de la parte emotiva, una pared de logotipos, cuenta de manera muy rápida la evolución estética de la marca, los convenios que hizo hasta este momento, las celebraciones o momentos importantes para la empresa, sin dejar de lado los orígenes, pues como dato curioso, la margarita que adorna el logo desde sus inicios, es un homenaje a la madre Gaumont, y quien fuera trabajadora doméstica de una duquesa, misma a quien se le atribuye la educación recibida. Aunque, para el 2020, se tienen planes de renovar el logo, pues se asociará con su histórico archienemigo fílmico Pathé, como casas productoras hermanas.
Luego de esta sala pequeña, pero abundante en contenido y afortunada en la disposición, inicia una suerte de narración histórica, en la que, las producciones de la empresa Gaumont, se entrelazan con los hechos más relevantes de la historia, y curiosamente también con la historia de México. Desde las guerras Mundiales, hasta la Revolución Mexicana, Gaumont, también fue pionero en el periodismo documental y fotográfico, sus cámaras profesionalizaron la impresión de la realidad a través del desarrollo de una variedad de aditamentos, tamaños y usos, que permitieron reflejar la vida cotidiana así como los sucesos periodísticos de una manera impresionante.
En 1908, por ejemplo, crean el informativo Actualités con el que marchan a la par de Pathé, en la producción de cine documental.
El campo de acción de Goumont se vuelve internacional, luego de la cobertura de la guerra, y llegan a México impresionados por las bellezas antropológicas, en un film, muy breve, que muestra las vacaciones de la actriz francesa Brigitte Bardot en nuestro país, luego de participar en la semana del cine en México, junto con la película Viva María, de 1920. Pero también la belleza mexicana se hizo latente en las producciones de Gaumont, pues en French Cancan de 1954, es la mismísima María Félix la que engalana la feminidad y fortaleza de las femme fatale. Una parte muy interesante de la exposición fueron los vestuarios recuperados de distintas películas de la marca, a través, del tiempo, y el de la Doña, requirió un maniquí especial, pues la cintura de su vestido era mucho más pequeña que la de los maniquíes convencionales.
A propósito de nuestro país, como todos sabemos, el afrancesamiento mexicano vino con el expresidente Porfirio Díaz, quien además de traer el estilo europeo a nuestro país, trajo la tecnología que permitió preservar la memoria de la época y paradójicamente, la Revolución. Quizás el invento más importante de la muestra es el Cronomegáfono, que llegó a México por suerte, pues su ingreso a América iba a ser en el famoso Titanic, pero por motivos de logística, tuvo que viajar en otro barco menos lujoso. Esta innovación es enorme, se tenía que maniobrar por cuatro personas, una en la proyección, otro en el sonido y dos más en dos teléfonos en donde se comunicaban en caso de desfase. Dicho invento está en excelentes condiciones, en 2015 se subastó por 1.2 millones de euros y gracias al trabajo de preservación de las instituciones internacionales, es que puede viajar con la muestra.
De 1925 a 1928, Gaumont tuvo una fuerte presencia de este lado del charco, pues se asoció con la Metro Goldwyn Mayer de EU. Y para 1953 se produjeron las primeras películas en tecnicolor, con Un caprice de Caroline Chérie una película que retrata la vida de una mujer, esposa de un coronel francés, que se enamora de un joven bailarín… tal vez también las fórmulas románticas que tanto éxito han tenido, tienen también un origen francés.
A lo largo de los años, Gaumont, ha marcado tendencia, también en distintos géneros cinematográficos, el espectro del terror y el suspenso, lo cubrió en la década de 1930, con producciones como Les Fantomes, película sobre antihéroes disfrazados de negro, quienes van generando disturbios en la ciudad, dicha película dio pie a producciones posteriores como Comics y más adelante una serie de televisión.
Como ya se mencionó, a la par del desarrollo histórico de las producciones fílmicas de Gaumont, en la exposición se pueden apreciar también los avances tecnológicos en cuestión de cámaras, como la que se necesitó para que el famoso director Jean Vigó produjera La natation y Zero de conduite, es justo aquí donde las cámaras acuáticas abrieron nuevas posibilidades fílmicas.
Esta exposición, por medio de las muestras fílmicas, los vestuarios y la tecnología de cada época, encaminaron a sus visitantes a tener una nueva visión del cine en casa, el auge de las series en colaboraciones internacionales como Netflix, con quienes produjeron Narcos y la serie de Hanibal, que por cierto, basta una mirada a los vestuarios que ahí se exhiben para sentir un aire terrorífico en la sala, y cerrar el recorrido, con un giro de tuerca hacia las animaciones infantiles y otras tecnologías muy interesantes, como el Captador de emociones, en el que a través de una cámara y un cuarto que rompe la cuarta pared, se pueden apreciar las emociones básicas, presentes en todos los filmes de Gaumont y en la vida misma: tristeza, alegría, enojo y sorpresa… mostrándonos que al final, el cine es el reflejo de lo que la humanidad es.
Gaumont, desde que existe el cine, fue una exposición invaluable, no sólo por el contenido cinematográfico, sino porque nos enseña que los caminos de los emprendedores pueden ser tan largos y fructíferos como las ganas de innovar y las buenas relaciones, una muestra cargada de historias inspiradoras, sorprendentes, de lo que somos como humanidad, de los alcances creativos que nos llevan a transformarnos y a superarnos. Esta exposición me hizo pensar en cómo se retratará el mundo del futuro y en qué plataformas nuevas darán a esta humanidad las nuevas generaciones de cineastas, inventores y apasionados del séptimo arte.
La exposición Gaumont viaja por todo el mundo con motivo del 125 aniversario del cineasta francés, luego de una primera etapa, que inició en Cuba en abril el año pasado, la Ciudad de México y próximamente en el 17° Festival Internacional de Cine de Morelia, en octubre de este año. Sin duda, esta exposición incrementará el valor del festival a un campo quizá más trascendental, pues la historia del cine, es la historia también de la humanidad.
Por: Ana Lilia Rodríguez Olvera