Judy. Nacida para ser estrella
Quedé gratamente sorprendido al ver Judy. Tanto por su ejecución, como por la historia poco conocida de la leyenda del Hollywood clásico, pero sobre todo de la excelente interpretación de Renée Zellweger que se presenta como nunca antes la había visto.
Corre el año de 1968, han pasado ya 30 años desde el éxito que le trajo El Mago de Oz y la actriz, bailarina y cantante Judy Garland, no tiene un hogar, no tiene dinero y se encuentra en depresión. No puede sostener a sus dos hijos pequeños, por lo cual acepta una gira en Londres para costear su vida y la pelea legal por la custodia de sus hijos. Este viaje se convierte también en un viaje interno donde su pasado sale a flote y Judy tiene que demostrar de qué está hecha una estrella.
Hace 19 años la joven actriz Renée Zellweger, tuvo que subir de peso 15 kilos para viajar a Inglaterra e interpretar a Bridget Jones, papel que la colocaría en los ojos de la crítica y en especial del público que la amó. Ahora nuevamente viaja a Inglaterra para interpretar lo que consideró la mejor actuación de su carrera. La razón de esto es que se nota el esfuerzo extra de la actriz, al llevar el peso de la película en una buena actuación cuando otros aspectos del filme son un tanto descuidados.
Es cierto que la pelicula tiene manufactura de tele-filme. Está co-producida por BBC Films, que es principalmente una televisora. El guion aunque bien intencionado deja bastantes cabos sueltos, los momentos más interesantes cobran más sentido por la actuación que por la dirección. El guion en cambio me parece creativo en el dialogo, rescata la esencia de humor negro de Judy Garland, y hay diálogos fenomenales como: cuando Judy menciona que para curarse la depresión su medicina fueron 4 maridos, pero que no le funcionó.
Hay incipientes propuestas, por ejemplo del abuso físico y quizá de otro tipo que sufrió la actriz de joven. También se trata de exponer cómo es que Garland comenzó a simbolizar un ícono para la comunidad gay. El guion es ingenioso en sus diálogos pero algo ingenuo en su intento psicoanalítico para sustentar el drama. Ya sea porque estamos muy acostumbrados a este tratamiento en la biopic o bien porque realmente faltó más desarrollo en esa parte.
Los flashbacks de la historia aunque sí alimentan nuestras ansias del chisme hollywoodense y nos hacen pensar mal sobre los tratos que vivió la diva cuando era joven, son confusos y algo gratuitos. La película nos deja ver un momento de declive de una gran diva y lo hace sin engolosinarse y eso se agradece. Lo que intento decir es que la película es dispar, se notan varias rebabas en el todo. Pero lo que más sobresale es la actuación principal.
Renée Zellweger, merece doble mención, se nota el nivel de compromiso de la actriz texana, no solo al ofrecer a cambiar su fisionomía, por ejemplo al agrandar sus característicos ojos pequeños para que se parezcan más a los enormes ojos de Judy Garland. O su corporalidad para que su cuerpo luzca algo encorvado como el de la diva. Considero que Zellweger nunca se ha caracterizado por ser camaleónica pero en la presente película nos calló la boca a todos ya que luce irreconocible. Al mismo tiempo se arriesga a cantar con su propia voz las canciones de la gran Judy Garland. Y lo hace bastante bien. Zellweger ya había cantado para la pelicula Chicago, pero imitar a Judy Garland es un reto mucho mayor.
Dejando a un lado el aspecto más evidente, como el físico. La actriz texana realmente logra convertirse en su personaje. Le da matices de gestos, entonaciones de voz, al abrir o cerrar sus ojos transmite una gama muy diversa de emociones. En lo personal, varios momentos me llevaron a las lágrimas por ejemplo, en el final cuando es destrozada emocionalmente pero al mismo tiempo se muestra alegre de estar en un escenario, en donde interpreta con la voz entre cortada la famosa: Somewhere over the rainbow. La actuación de Zellweger transmite tantas emociones y logra llegar a cada una de las fibras del cuerpo.
Como dato curioso, toda película estuve pensando cómo es que la vida de Liza Minellli, primogénita de Judy Garland, se pareció a la de su mamá. Eran muy similares tanto en gestos como en talento y en su vida tormentosa. El karma que traía esa familia. Pero eso es harina de otro costal.
Judy es altamente recomendable para conocer a un gran icono de la cultura pop; sobre todo la película nos demuestra que al hacer lo que nos gusta y/o en lo que somos buenos, es el momento en donde realmente somos libres de ser nosotros mismos. Una escena maravillosa es cuando Judy está hecha un desastre y entra en el escenario para brillar como nadie más. Esa —creo yo— es una gran lección de Judy Garland para todos nosotros. Cuando el cuerpo nos falla, cuando la voz nos falla, cuando todos nos han fallado, lo único que nos queda son las ganas de vivir, hacer arte y poder compartirlo para regalar felicidad al mundo.
No se pierdan esta buena película. Y ya veremos si hay justicia en este mundo para que Renée Zellweger se lleve el Oscar a su casa.