DUNE… Y esto es sólo el principio
Al terminar de ver DUNE de Villeneuve, quedé sin palabras. La placentera sensación de un cautivante, pausado y delicado disfrute estético estaba ahí presente. Y es que cada uno de los 155 minutos de la película se lleva un pedacito de nuestro corazón. Ha nacido un clásico moderno y los clásicos rara vez son valorados con justicia. Pero sin lugar a dudas el tiempo y el buen criterio del público la colocarán el su justo lugar.
Arrakis, también conocido como Dune, es un planeta desértico que ha sido y es explotado debido a que posee la sustancia más deseada del universo: “La especia”, un producto químico psicoactivo esencial en los viajes intergalácticos y que genera efectos sobre los humanos. Arrakis queda bajo el poder de la casa Atreides, dentro de una situación sociopolítica y religiosa altamente conflictiva. Paul Atreides, el joven heredero llega a Arrakis en medio de una crisis de identidad y dudas sobre su destino como “El elegido” en un conflicto político-ambiental que es más grande que él. Paul tendrá que tomar las riendas de su destino y demostrar de qué está hecho para convertirse en un líder.
Dune es uno de los filmes más esperados del año. De un clásico sesentero de la literatura de ciencia ficción a película maldita, era de esperarse que este filme causara tanta expectativa como polémica.
Denis Villeneuve puede estar tranquilo, hizo una obra de arte de gran presupuesto (los llamados blockbuster de autor, como comienzan a llamarles). Timothée Chamalet nos ha demostrado una vez más, que no sólo es una cara bonita también tiene un gran talento histriónico. Rebecca Ferguson nos reafirma que es una gran actriz y Zendaya nos deja con ganas de: ¡Más Zendaya, por favor!
Denis Villeneuve tiene una estética y una narrativa muy identificable. El diseño de producción minimalista, los tonos armónicos, las formas abstractas, las luces y sombras nos generan un ambiente terrenal. El director canadiense logra llevar el estado de ánimo de sus personajes a una escenografía que los refleja. En caso de Dune el desierto es tan inmenso como las dudas existenciales de su protagonista. La arena es tan sofocante como la presión que orilla a Paul Atreides a ser el elegido que la situación requiere.
El minimalismo dentro de los escenarios, también se refleja en la psicología de los personajes. Se agradece una superproducción que sea respetuosa con el público y nos deje algo a nuestra interpretación. La música de Hans Zimmer está en el mismo tono minimalista, tan seductor y futurista con toques exóticos.
El director canadiense nos demuestra que además de ser un director de grandes superproducciones, es un buen director de actores. Las relaciones entre los personajes una vez más siguen el flujo minimalista de la estética en general. No hay diálogos innecesarios, no hay necesidad de exceso de “voz en off”, no hay las molestas escenas explicativas, no hay grandes explicaciones didácticas sobre lo que estamos viendo. Mucho del contexto lo entendemos por las imágenes, lo que vemos que ocurre y no lo que nos dicen que pasa, la narrativa visual es muy importante. Las actuaciones son contenidas pero muy específicas, aun con el minimalismo en cuanto al rango actoral queda claro la intención del personaje, por ejemplo, el amor del padre hacia su hijo Paul Atreides. Dentro de su estoicismo, es claro y sobre todo nos sentimos identificados con el diluvio emocional que sufre Jessica Atreides (madre de Paul).
Dune nos demuestra que en el arte menos es más
Si ustedes no conocen la historia de Dune. O como yo, no han leído la mítica novela Frank Herbert, no se preocupen. Podrán entender todo a la perfección. De hecho hay varios guiños del director que pude identificar en la cinta. Parafraseando un diálogo, se comenta que no hay que esperar todo de la razón si no que hay que apreciar la experiencia. ¿Acaso esa es la voz de Denis Villeneuve interactuando con el espectador, invitándonos a no pensar de más si no a disfrutar la experiencia de su película por medio de los sentidos? ¿Es eso, o sufrí los efectos de “la especia”? también hay una parte donde Zendaya nos indica que esto sólo es el principio. Y es que hay que aclarar que esta cinta se nos presenta como la primer parte. Si es que tiene éxito en taquilla habrá una segunda parte. Es decir, lo mejor está por venir. Yo por mi parte y después de terminar esta recomendación correré a la librería para adquirir el primero de los ocho libros de DUNE.
Estoy seguro que DUNE, no los defraudará, es una película que dentro de su grandiosidad es intimista, se disfruta mucho visualmente. Déjense llevar por la experiencia más que por la razón. El filme todo el tiempo maneja los momentos serenos y algo contemplativos con los grandes golpes de adrenalina en las escenas de acción, como la calma que anticipa una tormenta de arena.
Agradezco que hayan llegado hasta el final de esta recomendación y me gustaría saber su opinión sobre ésta película. Recuerden que este espacio es para ustedes. Espero que disfruten Dune tanto como yo.