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Teatro

“Ofelia o la invención de la belleza”. Shakespeare, el arte y la historia.

“Allí donde en el río crece un sauce recostado que refleja hojas blancas en el agua cristalina. Allí, mientras tejía fantásticas guirnaldas de ranúnculos, ortigas, margaritas y esas flores alargadas que los pastores procaces llaman con nombres soeces, pero que en boca de nuestras doncellas no son sino dedos de difunto. Allí, cuando trepaba para colgar en el árbol su corona silvestre, rompiose una rama pérfida, y cayó ella, y sus trofeos floridos en aquel arroyo de lágrimas. Extendidos sus ropajes en el agua, salía a flote cual sirena, y cantaba estrofas de antiguas canciones, inconscientes del peligro, o como hija del agua, acostumbrada a vivir en el propio elemento. No pasó mucho tiempo, sin embargo, sin que el peso de sus vestidos, empapados de agua, arrebatara de sus cánticos a la infeliz arrastrándola al cieno de la muerte.”

Shakespeare ha puesto en voz de la reina Gertrudis, madre de Hamlet, la descripción de una de las más bellas muertes de canon clásico occidental. La belleza del pasaje recae en la estrategia dramatúrgica del Bardo de Avon, donde la muerte no acontece físicamente en escena, sino que la simple descripción en verso provoca que la belleza de la tragedia sea tan elocuente, como inventiva sea la imaginación de los lectores o espectadores. Ahora bien, cuando el receptor de estos versos es un artista, el resultado es la búsqueda por plasmar la belleza descrita en un soporte visual.

Ofelia es un personaje secundario de la más aplaudida obra de Shakespeare. Su papel en la historia ha sido discutido por los más reconocidos críticos literarios e incluso por uno que otro grande del psicoanálisis. ¿Quién es Ofelia? Es la hija de Polonio, hermana de Laertes, quienes forman parte de la corte del rey Claudio y que está enamorada de Hamlet; no obstante, la locura del príncipe  le impide ser correspondida y llega a la demencia total cuando Hamlet, en un arrebato, asesina a Polonio. ¿Es Ofelia una consecuencia más de la locura melancólica del príncipe de Dinamarca, o su figura tiene más que ofrecer a la trama shakespereana? Este es un interesante planteamiento que queda bien desarrollado en esta puesta en escena.

Además del personaje que le ha dado título a la pieza, Ofelia o la invención de la belleza explora históricamente a los miembros de la Hermandad Prerrafaelita, principalmente a John Everett Millais, quien a mediados del siglo XIX pintó la versión más famosa de la muerte de la doncella shakesepereana. En ésta obra, Millais se encuentra en proceso de retratar a la poetiza Elizabeth Siddal como Ofelia. Siddal fue la esposa de Dante Gabriel Rossetti (otro miembro de los Prerrafaelitas), y posó muchas veces como modelo de este grupo de artistas quienes inmortalizaron su rostro en muy diversas escenas y composiciones. Poco a poco Elizabeth descubrirá el amor que Millais siente por Effie Gray, esposa de su más importante crítico y defensor frente a la Academia, John Ruskin. Una pasión prohibida al interior de la hermandad y las complicaciones de salud de Elizabeth por la naturaleza del retrato de Ofelia, nos invitan a replantear la belleza como tragedia.

En esta trama se observa como la salud de Elizabeth Siddal se ve menguada por su trabajo como modelo de la trágica Ofelia, quien, a petición de Millais, se mantiene semi sumergida por largos periodos en una tina de agua fría. Es a partir de ahí que el dramaturgo tiene oportunidad de presentar al público las drásticas búsquedas formales e ideológicas de la Hermandad Prerrafaelita, mismas que le han conseguido un lugar destacado en la historia occidental del arte moderno. Este grupo de intelectuales surgió como una respuesta más del Romanticismo decimonónico que pretendía contrarrestar el vertiginoso avance de la Revolución Industrial. Como su nombre lo sugiere, los Prerrafaelitas buscaban estéticamente el retorno a la perfección y a la representación objetiva de la realidad que tanto habían ensayado los artistas anteriores al gran Rafael Sanzio; desde Giotto, hasta los pintores más famosos del Quattrocento florentino. Para lograr ese anhelado realismo, la estrategia de Jhon Everett Millais fue meter a su modelo en la tina y copiar el gesto ofélico de la acción directa. En este sentido, el texto de Álvaro Cerviño representa una muy bien documentada lección del movimiento prerrafaelita a partir de un discurso que, además de histórico, tiene un tinte temático de género que hace vibrar la liga tensada que une nuestros días con las primeras ideas feministas de la Inglaterra del siglo XIX (A la izquierda, Jhon Everett Millais, Ofelia, 1851, óleo sobre tela, Tate Britain, Londres).

Darling Lucas y Carlos Herrera son los actores encargados de revivir a Siddal y Millais. Una interpretación enérgica de parte de ambos que consolida la personalidad inquieta de Elizabeth y el romanticismo exacerbado de John; además de ser ellos mismo los encargados de interpretar los puristas comentarios de dos críticos de la época, que como hicieron con muchos otros grupos de artistas de vanguardia, destrozan los esfuerzos estéticos que Ruskin ensalzaba. Por otro lado, la escenografía de Félix Arroyo recrea el taller de un artista decimonónico. Sobre el espacio escénico se han distribuido bastidores, lienzos, botellas con solventes, bebidas y mesas con utilería entre las que no pueden faltar por obvias razones la temáticas de flores, unas sillas que recrean la tina. Finalmente, el último toque que completa el cuadro de época, es el vestuario de Valeria Paulino, que en mi opinión, carece de una silueta femenina con polisón para trasladarnos por completo a los años de la Inglaterra victoriana.

Ofelia o la invención de la belleza es una obra imperdible de la cartelera del primer semestre del Teatro La Capilla. Por donde se le vea tiene puntos a favor, ya sea en el replanteamiento acertado de un tema shakespereano, en la excelente documentación histórica de un grupo de vanguardia, o en la recreación estética de cuadros escénicos decimonónicos.

Dirección y dramaturgia: Álvaro Cerviño | Elenco: Darling Lucas y Carlos Herrera | Funciones: Domingos 18:00 horas | Fechas: del 1° de abril al 24 de junio | Boletos: $200 general.

Teatro La Capilla: Calle Madrid 13, Del Carmen, Coyoacán, Ciudad de México, México.

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