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Cine

Al Final Bailamos

Después de una temporada alejado de este maravilloso espacio que me brinda Difusión Ka,  donde presento mis recomendaciones cinematografías, estoy muy contento de volver para compartir con ustedes toda esta locura por el cine.

Estoy aún más contento de poder reiniciar este espacio con una de mis películas favoritas del 2020, que por fin se estrena tanto en salas comerciales como en salas de arte. Y se trata del filme maravilloso, esperanzador y lleno de vida: Al final bailamos (And then We danced). Una película financiada por Suecia pero rodada en Georgia en 2019, bajo la dirección de Levan Akin.

Georgia, es un pequeño país con un pie en Asia y el otro en Europa, cuya filmografía nos llega raras veces a la cartelera mexicana. Esta película fue seleccionada para representar a Suecia en los Oscars 2020, cosechó diversos premios en Europa gracias a las actuaciones y llamó la atención en Cannes y Sundance.

La historia desarrolla el despertar sexual del joven Merab, hacia el chico nuevo en la escuela de danza tradicional. Algo que inicia como rivalidad profesional se convierte de manera desapercibida en un profundo, desconocido y abrumador deseo. Deseo que es correspondido por el enigmático chico nuevo, pero el peso de la tradición y las normas sociales arrinconan a Merab, quien decidirá vivir la vida a su propio ritmo.

La película sorprende desde el inicio ya que por medio de madurez y honestidad, nos hace ver con ojos de novedad una historia que ya conocemos.

El peso del filme recae en una dirección cuidada y sobre todo en las actuaciones que nos enternecen hasta lo más profundo de los recuerdos, lo cual hace pensar en ese idílico primer amor, en esa energía juvenil pasional, ya sea por una persona o por un sueño profesional. Levan Gelbakhiani, en el personaje de Merab, es un sol que ilumina la pantalla y enternece nuestro corazón, ya que con una mirada o con un gesto logra transmitir una amplia gama de emociones. Bachi Valishvili, el co-protagonista brinda una actuación sólida y llena de matices.

La represión sexual en un mundo globalizado y contemporáneo se expresa de manera muy eficaz en el contexto de un país europeo del este, con una profunda tradición y cultura que no ve más allá de la heteronormatividad. Este tema se plantea de manera muy eficaz ya que no banaliza la situación, como a lo que nos tiene acostumbrado el cine comercial estadounidense. Se aprecia la presión de una sociedad y por tal motivo cuando el protagonista realiza su liberación simbólica, el efecto es liberador también para el espectador.

Hay una escena que rompe con las expectativas de las tramas similares. Ocurre cuando la novia del protagonista al cobrar consciencia de las preferencias sentimentales de Merab, le brinda un abrazo y le pide perdón por no haberse dado cuenta. Esto nos habla de una nueva generación que crece sin seguir lo establecido en la tradición de una cultura heteronormada.

Reinventar y mostrarnos con frescura los tópicos clásicos del cine con temática gay es uno de los talentos de la cinta, y lo realiza con un espíritu romántico, con una ternura infinita que contagia incluso al espectador más escépticos sobre el amor.

Al final bailamos, es una excelente película que nos lleva a una montaña rusa de emociones. Una joya cinematográfica para disfrutar en esta temporada donde lo que nos hace falta es un apapacho tierno, cálido y esperanzador.  Espero puedan disfrutarla tanto como yo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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