I love NY: Enamorarse está en árabe y mexicano.
No sé si al principio, cuando Rodolfo Cantú se sentó a escribir esta obra de teatro, pensó:
“Vamos a contar la historia de amor que a todos nos gustaría vivir”
I Love NY es un montaje que en las paredes del teatro independiente se perfila como una comedia sobre el romance y el enamoramiento. Con una sala hasta al tope y unos espectadores emocionados y energéticamente inyectados de carcajadas por el montaje terminé sentado reaccionando sin esfuerzos al desarrollo de la función. I Love NY es, por su temática y su forma, algo que muchos buscamos encontrar cuando decidimos brindarnos un rato de entretenimiento. Quizá el trazo escénico no sea el más elaborado, quizá no ofrezca una escenografía producida al detalle sino que, inspirados en la sencillez de un par de miradas que se cruzan, los personajes nos cuentan una relación amorosa de manera orgánica, sintética y fácil de digerir.
Pero ¿De qué va esta obra? Hay tres personajes, sí, tres, o al menos eso es lo que puede leerse desde la butaca. Un mexicano, un árabe y un dramaturgo. El mexicano, en cuerpo y voz de Daniel M. Cervantes, el árabe interpretado por Santiago Minor Lecay y el dramaturgo, llevado a cabo por los dos, establecido desde la clásica riña entre el diablo y el ángel, con discusiones sobre si sus personajes harían tal o cual cosa, escribiendo y re-escribiendo las escenas una y otra vez, luchando con lo que quiere contar y lo que debe contar, avanzando en el tiempo y hablándonos desde la anécdota de aquello que aparece y desaparece, desde lo efímero. Aquí nada se oculta al ojo del espectador. En este montaje, se rompen las acciones constantemente, se interrumpen para plantearnos de manera directa lo que el dramaturgo está viviendo, lo que su yo interno está escribiendo, nos vuelven parte del proceso creativo y de la lucha que puede llegar a tener un escritor con sus personajes. todo esto, cotado de manera capitular, como una novela clásica, donde incluso se remarca el cambio de momento del montaje: el metro, el café, el avión, el primer mes.
El arco dramático de la obra establece la historia de dos personajes furtivos, que huyen, que se emocionan y que se saben necesitados. Donde se le teme al silencio, al olvido y a la soledad. Son víctimas de quien los escribe, son resultado de quien los imagina. Aquí se busca enamorar al público para, poco a poco, decirle que se ha enamorado de dos personajes de ficción que son presentados para que todos sepamos que una historia así puede ser leída, escuchada, vista, pero pocas veces vivida, porque nada en las interacciones humanas es perfecto, ni los viajes, ni los encuentros, ni el amor. O al menos desde ahí, nos hablan el dramaturgo y el director.
¿Estamos dispuestos a vivir un romance fugaz en una ciudad desconocida con una persona a la que acabamos de encontrarnos en el metro? ¿Qué le contaríamos en un par de horas? ¿A dónde lo llevaríamos? ¿A dónde nos dejaríamos ser guiados? ¿Cuánto duraría el enamoramiento con la distancia y la ausencia después de esas horas de contacto directo?
Eso cuestiona I Love NY, cuestiona la lejanía y el desapego humano actual, la nula capacidad de respuesta que podemos llegar a tener cuando miramos a alguien que nos observa. Esta obra de teatro es la síntesis de un amor perfecto y utópico contado con júbilo por Gustavo Beltrán.
En voz de sus personajes, I Love NY es la historia de amor que nunca pasó, que seguiremos escribiendo, que seguiremos esperando.
Les queda una función, la del martes 07 de marzo. Nos prometen otra temporada, quizá ahí mismo, quizá en otro espacio. Perdérsela sería como no permitirse un amor fugaz en el meto de Nueva York.
Sus aciertos: La química que generan los actores, la comedia.
Sus fallas: La animación (y es una falla considerable, especialmente cuando “avanzan por la ciudad”).
Dramaturgia: Rodolfo Cantú
Dirección: Gustavo Beltrán
Compañía: Nuna Teatro
Con Daniel M. Cervantes y Santiago Minor Lecay
¿Dónde? Teatro La Capilla: Madrid 13, Col. Del Carmen, Coyoacán, CDMX