Tepache, cubita y champagne.
Un monólogo, tres personajes y muchas carcajadas.
Cuando llegué a vivir a la Ciudad de México (por allá de 2012), me sorprendía en gran manera el hecho de que los personajes que uno considera cliché dentro de las películas ambientadas en esta urbe fueran tan reales. Bastaba darse una vuelta por el centro histórico para identificarlos uno a uno, desde el acento, la vestimenta y la manera de relacionarse. Esto no significa que todo aquel que haya nacido aquí forme parte de ese universo, pero descubrí que la ficción jamás superará a la realidad. Cuando vi Tepache, cubita y champagne, descubrí, por enésima ocasión, esto de lo que les estoy hablando.
Este espectáculo se sustenta en la combinación de dos propuestas que caminan de la mano, el monólogo y el stand up.
Para muchos no hay tanta diferencia entre uno y otro, sin embargo, la interacción con el público y la manera de establecer el espectáculo son clave en la diferencia que establecen cada uno de los formatos. Tepache, cubita y champagne aborda desde las letras acertadas de Eric Castañeda tres mundos diferentes, tres visiones de la vida y tres juegos cómicos que terminan convirtiéndose en uno.
El primer personaje, el señor cincuentón que se cuestiona las vicisitudes de la juventud y de la actualidad da en el clavo en cercanía con algún tío cercano, con alguna tía estridente y ¿Por qué no? Incluso con alguno de nuestros padres. Don Toño es ácido, autocrítico y curioso. Habla de las selfies y del lenguaje actual, sin entenderlo, lo interpreta y lo moldea a su favor para sacarle al espectador una sonrisa. Vive asediado por la voz de su esposa, por sus compromisos y su planchado perfecto. Este personaje abre con energía latente el primer acto de la obra, nos envuelve en la cadencia del clásico hombre sorprendido ante el mundo que le ha tocado vivir y los cambios constantes de una juventud tan rara, que considera oportuno tratar de pertenecer a ella. Don Toño seremos todos los que nos podamos burlar de él, nada más que dejemos que pasen los años.
Luego viene Anayelli Beyoncé, una jovencita que corta el cabello, pone uñas y tiñe melenas. Desde la más interesante tradición del mexicano de adoptar nombres extranjeros y ajustarlos a su entorno, Anayelli Beyoncé está en espera de que la fama le aparezca, porque el nombre que lleva la define como alguien especial. Es morenita como la guadalupana pero terca y decidida en el tenor de colocarse pupilentes de color. Sabe que el dinero lo permite todo, sin importar si sale de los ahorros de la abuela o del más trágico de los pecados para alguien con sus aspiraciones: trabajar. Inocente como cualquier remanso de flores falsas de Tepito, así es esta joven que en monólogo redondo nos envuelve, nos despierta el gusto y nos enamora de un México que imita incluso aquello que no entiende.
Finalmente, Paty Borbolla. Señora de Las Lomas o de Polanco o de cualquier zona con estatus económico alto de algún país perdido en el mundo. Paty se desentiende de la realidad que la rodea. Adicta a los medicamentos, a los sorbos de alcohol y conocedora del mundo desde la ventana de cristal, Paty Borbolla es pretenciosa, refinada y creída, tanto como para contarnos sus aventuras a nosotros los mortales ávidos de historias del extranjero al que nunca tendremos acceso.
Estos tres personajes se vuelven ironía en medio de la comedia, la obra funciona a la perfección, considerando el espacio y las entradas y salidas de los meseros, porque en Tepache, cubita y champagne, nada está prohibido, puedes hablar, reír a carcajadas, pedir una cerveza, comer cacahuates y tener claro que, para entender a este México tan desigual, la comedia funciona a la perfección. El autor/director/actor nos deja claro que cuando se trata de contar el mundo que nos rodea, no hay que tenerle miedo a reírse de uno mismo.
Pros: El trazo emocional de los personajes, no hay similitudes entre ellos, automáticamente se va de uno a otro sin cuestionarlo.
Contras: Quizá el primer personaje se alarga un poco y no lo necesita, compactar su monólogo puede volver más digerible el arranque.
Obra creada y dirigida por Eric Castañeda