La Esposa: Deconstrucción de un concepto
Las tardes de verano, acontecidas por la lluvia cálida, ven transitar a miles de mujeres mexicanas, entre calles encharcadas, tránsito desquiciado y la saturación de encabezados que destilan la violencia que reside en México y en la CDMX. A través del vidrio veo a cada mujer ¿Qué hay detrás de una madre? ¿De una esposa? ¿De una novia, una amiga o una hermana? Mujeres al final del día, que viven ensimismadas en una idiosincracia que va más allá de una cultura, en donde ser esposa implica dejar la identidad para interpretar una versión que complazca a la sociedad, sin importar la violencia que este acto ejerza sobre sí mismas.
Escribir a partir de una vivencia, definitivamente se vuelve en un acto purificador… un acto de comunión, en donde los espectadores, esos seres que presenciarán aquello que transpiró la dramaturga y que hoy, sobre el escenario se vuelve ficción para dimensionar una realidad a través de la mirada de un creador escénico que busca confrontar los valores y las creencias de una sociedad envuelta en violencia.
La compañía Backstage Producciones y Talento trae de nueva cuenta la puesta en escena La Esposa, una propuesta que busca deconstruir el concepto “esposa”, para reflexionar en torno a ello. Es a través de un unipersonal como la actriz Minerva Velasco va dimensionando cada etapa que se vive durante el matrimonio. Una dramaturgia que conforme avanza va incrementando la necesidad de sentir, las palabras inevitablemente resuenan en el espectador para evocar el mas mínimo recuerdo que se tenga de alguna esposa, que viva dentro su memoria emotiva.
La Esposa expone la historia de una mujer que ha heredado un taller de costura y al mismo tiempo, una serie de costumbres y modales que debe seguir para formar parte de una sociedad, en donde la mujer tiene que ocultar sus deseos y quizá hasta sus habilidades para no ir en contra de lo establecido. Las etapas que nos muestra La Esposa van desde la niñez, pasando por el enamoramiento hasta llegar al embarazo y todas las dificultades que pasa una mujer al vivir los cambios sicológicos y físicos que esto contrae. Engaños, violencia, nostalgia y frustración, se desbordarán del escenario para ser testigos de un fragmento de vida, un instante que pertenece a miles de mujeres que viven por vivir para dejar a un lado la complejidad de su existencia.
Por su parte, la interpretación de Minerva está a la disposición de esa realidad que se va hilando a lo largo de la obra. Aunque hay momentos en los que el ritmo decae por la inconsistencia de ciertas intenciones del personaje, Minerva logra reponerse para dimensionar —como si se tratase de un prisma—, las distintas etapas por las cuales transita una mujer al convertirse en La Esposa. Los guiños que Minerva le agrega a este personaje, generan de manera inmediata la empatía entre los espectadores y el personaje; las risas aisladas son la válvula de escape por la cual se logra respirar ante la contención del contexto que sostiene esta puesta en escena.
La dirección escénica se vuelve vital, es Abel González el responsable de acordonar la convención de esta historia. Con un estilo que va cobrando identidad dentro de los creadores escénicos mexicanos, Abel elige de manera cautelosa los elementos que dialogarán con el personaje y el espectador. La escenografía se vuelve por momentos etérea, en donde no hace falta mas que un maniquí y un par de elementos de costura, para dar sentido y espacio a ese microcosmos que se construye y que al mismo tiempo se deconstruye frente a las miradas de quienes sienten, no solo a través de las palabras, sino también por medio de los colores, la iluminación, las texturas y la música.
Para quienes han visto mas de un montaje de Abel González, identificarán elementos recurrentes a su dialéctica, la limpieza en la construcción del espacio, muestra la evolución del creador escénico ya que brinda al espectador activo, elementos para ir creando junto con la obra, un ejercicio de construcción a partir de analogías y la tan recurrente memoria emotiva.
En contra parte, al tratarse de un unipersonal (monólogo) la actriz se encuentra sola en escena, lo cual implica mayor precisión en la interpretación así como en la dirección escénica. Hay que tener en cuenta que la complejidad de un unipersonal recae en la capacidad de generar imágenes por medio de la mirada del actor, su corporalidad y la palabra; por lo cual el director de escena requiere alejarse —en la medida de lo posible— de la literalidad, para hilar aquello que va más allá de lo tangible. Algunos directores, tienen el vicio de llenar el espacio escénico con utilería, que en la mayoría de los casos se vuelve innecesaria y contraproducente para el personaje, dejando a un lado la capacidad que posee el espectador para dimensionar, abstraer y crear junto con la puesta en escena.
En este caso, La Esposa está rodeada de algunos elementos de utilería, que por momentos distraen y descontextualizan la realidad que se está creando sobre el escenario, tal es el caso de una lonchera y un vaso desechable de café. En contrapunto está un tocadiscos, el cual es un gran acierto ya que reproduce la música que acompaña toda la obra, este elemento apoya el carácter del personaje, el ritmo y la creación de atmósferas; lamentablemente la interacción del personaje con el tocadiscos se mantiene lineal.
La dirección que puede alcanzar la mirada del espectador está en todos aquellos elementos que nos brinda el director. El texto, la actuación, la iluminación, las texturas y las atmósferas logran sostener esta puesta en escena, a tal grado que el espectador puede alcanzar como lo define el director italiano Romeo Castellucci: “la curvatura de su mirada”, para mirar a sí mismo y probablemente confrontar su paradigma existencial —he aquí una de las virtudes del convivio teatral—.
El discurso que permea en esta puesta en escena es necesario y pertinente en nuestra sociedad, La Esposa es una obra que expone una realidad que sigue —desafortunadamente— pesando. Con una dramaturgia que atraviesa el escenario para evocar recuerdos y realidades, bajo una dirección escénica que por medio de cada montaje, va cimentando un estilo que de manera vital, requiere mantener un continuo diálogo con el espectador así como con su contexto.
Desafortunadamente los Flashbacks con encabezados de violencia hacia las mujeres seguirán formando parte de nuestro día a día, menos mal que seguimos viviendo con la esperanza de un cambio. ¿Estamos dispuestos como sociedad a deconstruir aquello que nos dijeron que era lo correcto?
La Esposa es una obra que vale la pena tomar en cuenta porque aborda una temática que siguen padeciendo gran parte de las mujeres mexicanas, una propuesta que seguramente te dejará pensando —seas hombre o mujer— en todo aquello que consideras es lo correcto: Una confrontación a la educación en México.
Se solicitan más obras que contengan un enfoque crítico, que desafíen la inteligencia y la sensibilidad del espectador. Sea drama, farsa, comedia o melodrama, no se debe perder de vista la responsabilidad que el hacedor teatral tiene en sus manos.
Fotografía: Orlando Galán
Portada: Eder Zárate
Dramaturgia: Minerva Velasco | Dirección: Abel González | Elenco: Minerva Velasco | Producción: Backstage Producciones y Talento | Funciones: miércoles 20:45 horas, hasta el 31 de julio | Boletos: $250
Foro 37, Londres 37, Col. Juárez, Cuauhtémoc, CDMX.