Químicos para el amor: Un collage dramático que conjuga el verbo amar
¿El amor es una historia?
Pensar en el amor como una ciencia significa cortar todo vínculo romántico a la “historia” vivida. Amor, amar, amando, amé, amaría, amare: amante. La conjugación del verbo amar traslada al ser humano (inevitablemente) a pensar en todos los escenarios vividos o deseados. Es por ello que este tema sigue y seguirá siendo vigente para nuestra humanidad. ¿Porque, quién no se ha enamorado una vez en su vida?
Con la expectativa (o no) de recrear las emociones de lo vivido con el ser deseado, llega a la Sala B de la Teatrería la obra Químicos para el amor, la cual podría describir como un collage dramático, en donde habitan tres historias que giran entorno al amor. Una pausa en el tiempo, para ver sobre el escenario las facetas, circunstancias y tipos de relaciones amorosas, las cuales llevan al espectador a reflejar su pasado, presente o futuro.
Al tratarse de un tema universal (amor, venganza, honor, traición, poder, etc.) la empatía que puede generar el espectador con la obra fluye (por momentos) de manera orgánica, porque aún en tiempos de odio y ambición, la humanidad siempre necesitará amar y sentirse amada pese a las consecuencias.
Químicos para el amor es una obra de Carmina Narro, en donde a través de tres historias, divididas en tres actos, expone distintos momentos de una relación amorosa. Tres historias completamente distintas, interpretadas por Erika Rendón e Iván Romo, quienes dirigidos por Marisa Gómez, logran pasar del drama a la farsa para concluir en el melodrama.
Un reto actoral que requiere un conocimiento y reconocimiento de los géneros dramáticos, para así acertar en los matices y tonos necesarios en la interpretación de los personajes de la obra. En este caso, el trabajo de interpretación va de menos a más, un poco descuidado en el primer acto, donde el nerviosismo por —a mi parecer— un exceso de utilería, que desafortunadamente entorpece los posibles matices que el actor Iván Romo podría privilegiar más allá de pensar en las acciones físicas de su personaje.
En este tipo de historias, no se requiere hacer una réplica exacta de la realidad —cualquiera que esta sea— porque como espectadores de teatro, sabemos jugar a la convención teatral, por lo cual, los directores escénicos tendrían que reflexionar entorno a todo aquello que podría optimizar la ficción (escenografía, utilería, vestuario, musicalización e iluminación), para que ésta logre ser real, por el simple hecho de ser coherente en su planteamiento. Los espectadores somos capaces de crear espacios a partir de lo que la obra nos ofrezca, y eso es parte del buen sabor de boca con el cual podemos salir gustosos de la sala teatral.
Sin embargo, considero que Químicos para el amor es una obra que por su estructura, se irá ajustando como un cubo de Rubik, en donde los personajes se irán integrando firmemente a este collage dramático, de tal manera que encontrarán su propio ritmo. Porque también las obras ligeras (aquellas que no tienen pretensiones de intelecto elevado) requieren pulir los matices, para vivir sobre el escenario como una coreografía que se reinterpreta función tras función.
Con seis personajes que transitan entre las emociones que provoca la palabra amor, esta propuesta escénica te trasladará a un lugar común, para posteriormente analizar, y en una de esas, llamar o mensajear a quien has estado postergado. Químicos para el amor busca entretener al espectador, así como las comedias románticas en el cine; el plus en el teatro (como siempre) es que puedes sentir la vibración de los personajes, escuchar su respiración e inclusive chocar y reflejarte con sus miradas.
¿Para ti, qué es el amor?
Químicos para el amor | Dramaturgia: Carmina Narro | Dirección: Marisa Gómez | Actuación: Iván Romo, Erika Rendón | La Teatrería | jueves 21 horas, hasta el 30 de abril.