Perdido: Unipersonal de José Salof
¡Ya tírate!
Grita un turista desde lo lejos en “La quebrada”, como una voz casi subliminal accediendo a los deseos profundos de Jonás, el presonaje y guía en este unipersonal de José Salof que lleva por nombre Perdido.
Hay ejemplos claros en las puestas escénicas que nos dejan con una sonrisa duradera y la certeza de saber que el teatro, en este caso, de verdad puede ayudarnos a cuestionar diferentes procesos, momentos y etapas de nuestra vida. Salof se la sabe muy bien. Ha estudiado a profundidad temas como la frustración, la soledad, la comedia, el duelo, la tristeza, la herencia (emotiva) y la mala suerte.
Jonás es un “nosotros”, es un espejo de muchos de los miedos generalizados en este México por el que transitamos. Es un hombre delimitado por cuatro paredes y por cuatro personajes centrales dentro de la puesta en escena: Padrini (una parodia de El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)), su trabajo (convertido en un personaje que le representa la realidad de una amada, un amigo, un jefe y una constante competencia interna), la abuela (dueña y señora de sus más claras limitantes y de sus más evidentes reproches de vida) y el abuelo (quien vuela y sube, quien sostiene sus pies en la tierra y quien lo obliga a vivir incluso después de haber muerto).
Perdido es una obra que bien podría ser un clásico road movie, está incluso plagado de referencias cinematográficas que con evidencia, José Salof, ha decidido colocar como pistas de esta aventura. Comenzamos en CDMX, nos vamos a Tijuana, luego a Guadalajara y finalmente a Acapulco, todo en un espacio que no rebasa los tres metros cuadrados, rodeados de figuras de papel, que una vez más, nos muestran la fragilidad de la vida, la belleza de la sencillez y la fortuna de convertirnos en astronautas, aviadores y piratas.
En Perdido, pasamos del teatro a la ciudad, luego a los juegos de concurso en televisión conducidos por un minotauro dispuesto a tentar las realidades de Jonás. Luego vamos a una persecución en coche, a una pelea dentro de un bar de la frontera, a un asilo, a una casa abandonada, a un lugar olvidado dentro del alma adolorida del personaje central, todo ejecutado con claridad y certeza por la genialidad actoral de José Salof.
Perdido es una comedia engañosa, es una comedia que con firmeza, sabe que entre cada carcajada, nos hará pensar en algo de suma importancia:
¿Somos felices con lo que hacemos? ¿Es esta la vida que pretendemos vivir?
Este montaje es por mucho, uno de los juegos escénicos a los que todos deberíamos exponernos de vez en cuándo. Tiene la capacidad de tocar fibras, replantear sentimientos y cuestionar el momento de vida del espectador, que creyéndose un mero observador, termina siendo parte del viaje poético que se le ofrece.
Sus aciertos: José Salof y su multifacética capacidad de transportarnos al instante de un lugar a otro y de un personaje a otro.
Sus fallas: Quizá, por colocarle un conflicto, el juego de iluminación podría estar mucho más elaborado, sin embargo funciona correctamente.
Género: Tragicómico. Duración: 60 minutos. Clasificación: B. Producción general y dirección: José Salof. Asistente de dirección: Tereza Suarez. Diseño de espacio escénico: José Salof. Diseño y realización de objetos: Kenia Castillo Mendoza. Iluminación: Kenia Castillo Mendoza. Diseño de audio: Luis Ponce. Diseño gráfico: Nicolas Chirokoff. Producción ejecutiva: Diana Ham. Asesoría escénica: Adrián Vázquez
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