Alicia,
Dentro de ese dragón de los mil ojos, las miradas más difíciles de convencer son las que provienen de las caras infantiles. Los niños son un público complicado, exigente, resonante en el oído del actor y en las salas de los teatros. En una atmósfera de música enigmática y humo da inicio la puesta en escena “Alicia”.
Jugando con la dualidad del blanco y negro en su paleta de colores, con escenografía definida como bloques gigantes de yeso que simulan un mundo extraordinario de montañas y pantallas, que a la vez pueden ser un hongo enorme y una tetera monocromática, Alicia se introduce en las veredas de lo que en su obra literaria pudo establecer Lewis Carrol. Esta no es una obra que quiera sorprendernos por la historia, lo que sucede ha sido contado en varias ocasiones tanto en puestas escénicas como en espectáculos de danza y obras cinematográficas. Quizá por esa razón, atreverse a contar algo tan manoseado puede ser un riesgo, una aventura capaz de llevar a la cima y al mismo tiempo, de dejarnos varados en el limbo del hartazgo.
Jessica Sandoval, su directora, lo intenta con el que parece ser el mayor de los esfuerzos, quiere transmitirnos la locura, hacernos llegar la multidisciplina de una puesta que desde el primer momento nos recuerda a un espectáculo de danza, pasando por los toques de musical, las proyecciones sobre el espacio que generan el ambiente y, obviamente, la actuación. Estéticamente, esta obra cumple en muchos sentidos, el trabajo de mesa que desemboca en la escenografía, en el vestuario y el maquillaje puede calificarse con cuatro estrellas y media de cinco. Sin embargo, las deficiencias actorales se perciben con mayor claridad cuando lo que envuelve al actor es tan meticuloso.
Alicia se ve perdida en escena, y no me refiero a que el personaje esté perdido en la historia, se percibe desconectada de lo que intenta contar, de la sorpresa, de la maravilla. El sombrerero y el gato de Cheshire no son esos guías del cuestionamiento lógico, no se impregnan en el recuerdo de lo entrañable. Quizá, dentro de esta serie de tropiezos, la liebre y el conejo pueden hipnotizar por instantes, se vuelven ágiles, permiten un respiro y nos dejan acariciar la tranquilidad de un bombardeo de desconcierto que más que divertirnos, nos hace voltear a ver el reloj. La reina es estridente y la oruga, tiene el mejor de los diseños de vestuario.
Alicia es un montaje para niños que tiene buenos ratos, algunos instantes que permiten la sonrisa y una musicalización espectacular, capaz de envolver al oído, de hacer que el espectador se adentre en el mundo planteado y pueda pasar por alto los desaciertos.
Cabe anotar que la función a la que asistí, se vio afectada por una falla técnica que bien pudo resultar en un accidente en escena. El hongo gigante se dejó venir sobre la espalda de una Alicia colocada en el suelo, de rodillas. Quizá la energía se desvió con lo sucedido, probablemente después de eso, levantar el ánimo pudo ser complicado. Sin embargo, como público, sabemos que un accidente acaba de ocurrir y que Alicia no puede mantenerse, pensando en el que show debe continuar, impávida ante lo ocurrido. A veces reírse de uno mismo, de los accidentes y de las fallas dentro del montaje, permite que el público acepte y olvide lo que pasó, porque cuando una situación como esta se queda en la memoria por el resto de la función, adentrarse nuevamente en la historia puede volverse casi imposible.
Esperemos que con la premisa de que ahí todos están locos, regresen recargados y dispuestos a provocar esa locura en los ojos que se adentran con ellos al país de las maravillas.
Sus aciertos: El vestuario, el maquillaje y sobre todo la música.
Sus fallas: La interacción y la propuesta actoral, sobre todo, el gato de Cheshire, que más que un gato filosófico, nos recuerda erradamente a Clavillazo.
Dramaturgia: A partir de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll.
Dirección: Jessica Sandoval.
Elenco: Gabriela Guerra Woo, Patricia Marín, Arturo Serrano, Raúl Mendoza e Itzhel Razo.
Foro Un Teatro
Av. Nuevo León 46, enfrente del Parque España. Condesa.
Teléfono: 2623-1333