El viaje de Ali
Ali es una niña, aparentemente, como cualquier otra. Tiene un hermano menor, un perro, una mejor amiga y muchos compañeros dentro de la escuela. La única diferencia, es que ella tiene un súper poder: todo lo malo, le sale bien. Meterse en problemas, hacer enojar a sus papás y no seguir las indicaciones que se le han mencionado, son solo algunas de las cosas que puede realizar sin esfuerzo alguno, digamos que su don, es innato. ¿Pero qué pasa cuando todo se sale de control?
Con la finalidad de hacer pensar a los pequeños del público sobre las consecuencias que dejan cada uno de nuestros actos, Verónica De Alba- en conjunto de Maricarmen Nuñez Utrilla- dirige y produce esta magnífica pieza teatral que toma lugar en la sala B de La Teatrería, todos los domingos a partir del 2 de abril hasta el 28 de mayo.
Dentro, el ambiente va de los aconteceres más graciosos y lúdicos, hasta hechos que ponen tensos a todos los asistentes frente al escenario. No se necesita ser niño para encontrarse identificado con muchas de las secuencias que propone esta puesta.
La historia se desarrolla en torno a Ali ( Ana Díaz Barriga y Verónica De Alba), quien cansada de hacer lo imposible por que las cosa le salgan perfectas, termina arruinándolo todo en un abrir y cerrar de ojos. Su persistencia y esfuerzo, terminan por ser sus peores aliados. No concibe entender que la ha llevado a ser un verdadero caos; aunado, a sus repentinos cambios de humor que la convertían- frente a todos- a una malhumorada niña que nada ni nadie podía comprender.
El clímax de la obra surge cuando aparece Baruch (Jose Klauer), un genio que vive en alguna dimensión cercana a la nuestra y que viene a tu llamado una vez que te encuentres en una armoniosa paz interna contigo mismo. En el éxtasis total del silencio y una calma completa, él, aparecerá sentado a tu costado. Su principal propósito consiste en ayudarte a entender el porqué de las cosas. Cómo funcionan nuestros actos y qué consecuencias pueden llegar a tener éstos, si no son del todo buenos.
Su método de aprendizaje va sobre el autoconocimiento de uno mismo. Aprender a conocer la situación y saber de qué manera podemos resolverlo, será nuestro punto de partida. Seguido de una respiración larga y profunda para poder pensar con la cabeza “fría” y, por último, deshacerse de todas esas telarañas mentales que obstruyen el libre y un fluido pensamiento.
La conclusión a la que llega Ali, guiada por la inteligencia del gran Baruch, remata en: decir lo uno siente y piensa, es la clave fundamental para vivir en un ambiente lleno de armonía y fluidez. La tolerancia y el respeto, son otros dos de los factores importantes dentro de aquel aprendizaje. Sin ninguno de ellos, nadie puede coexistir con el resto del mundo, justo como le pasa a esta pequeña niñita.
La obra cierra con una afectiva despedida entre Ali y Baruch, prometiéndose una mayor comunicación y un constante llamado para seguir con las infinitas enseñanzas. Mientras tanto, todo ha vuelto a la normalidad en el mundo caótico de la pequeña Ali, las cosas se van dando de una forma un tanto espontáneas y el ambiente donde vive la chiquilla, no es otra cosa que miel sobre hojuelas.
