Teatro

Hermanos

Hermanos, es una puesta en escena escrita por el director Rodrigo Verástegui, un monólogo (eso uno pensaría) con tintes de terror psicológico, en donde el Bruno Gamaliel, actor principal de la obra y quien interpreta a Armando, un personaje repleto de resentimientos hacia su familia, todo ello por cuidar a su hermano menor Mauricio. Un personaje que tiene gustos muy peculiares de los cuales su hermano mayor se ha ocupado de saciar.

La obra desde un principio causa expectación, ya que incluso para entrar al recinto lo tienes que hacer por parejas, ya al tomar asiento en unas butacas puestas en forma vertical, te das cuenta de que tú y las demás personas son parte de la escenografía, pues las butacas en su conjunto forman un pasillo delimitado por unas velas, cuando ya estas cómodamente sentado, la persona que te llevó al asiento te desea suerte ¿Suerte de qué?

Ya instalados entre la obscuridad y alumbrados por el camino de velas, se escucha un metrónomo, unos golpes de cuero y estruendos provocados por la caída de maderas tras bambalinas, éstos crean una atmósfera inquietante. De pronto la figura de un hombre aparece en el centro del escenario, su aspecto es pulcro y refinado, pero su semblante guarda cierta malicia que es atenuada por los matices que dan las luces rojas que iluminan el escenario. Es Armando, personaje principal de la obra.

De pronto, Armando camina sobre el pasillo que se ha formado entre la velas y las butacas y nos cuenta la historia de su hermano menor Mauricio, el cual al nacer se le diagnosticó con una rara enfermedad por la cual no le puede dar el sol, situación que los mantiene aislados de las demás personas. El protagonista enfatiza: ¡No somos una familia normal!

El relato de Armando es llevado como monólogo y en el cual por cada queja que dice sobre sus padres, o su abuela, o sobre la sociedad, el enojo de su hermano Mauricio -que aún no aparece en escena- se manifiesta por los golpes que se escuchan tras bambalinas, éstos junto con el metrónomo que no deja de sonar resultan atemorizantes.

Así mismo, el protagonista en algún momento de su relato le comienza a hablar al espectador, éste se va dando cuenta que no sólo es un monólogo, pues el protagonista comienza a espetar al público, lo reta, lo cuestiona ¿Qué harían sin mí, no podrían cumplir su morbo? La interacción es directa con el público. En esos momentos los asistentes saben que no sólo serán espectadores, sin saberlo ya son parte de obra.

El actor va creando aún más tensión en los asistentes cuando los reta a un juego de azar -todos se miran sin entender qué es lo que está pasando- la invitación, no necesariamente es una invitación. Cuando los asistentes se dan cuenta ya son parte de un macabro juego que es parte de la presentación.

La obra resulta inquietante para el espectador porque busca romper la cuarta pared (interacción directa con el público) algo que se pretendía hacer en la puesta pues, como lo menciona Elisa Ramos, productora de la obra, ¨ésta busca romper con la cuarta barrera, tener un acercamiento directo con el espectador desde el comienzo, que en esta ocasión al romper esa barrera, el actor no sea el que siente esa sensación sino que sea el público el que experimente de ésta¨.

De igual forma, menciona que la obra también busca retar al público, crear cierto terror psicológico, pues lo enfrenta con uno de los miedos más comunes del ser humano, ¨lo que se busca es crear cierta tensión en el espectador, crear una atmósfera tensa, no sólo con los sonidos y el juego de luces sino más bien enfrentar al espectador con un miedo más profundo como la misma obscuridad¨.
Director: Rodrigo Verástegui
Reparto: Bruno Gamaliel
Producción: Eliza Ramos
Funciones: Todos los miércoles 20: 30 del 15 marzo al 10 de mayo
Costo: $200 general, $150 estudiantes, maestros de INAPAM
En dónde: Casa Actum, calle Héroes del 47 # 9, Col San Diego Churubusco, 04210, Ciudad de México

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